La última frase de la reseña intempestiva sobre El cardenal, de Preminger dice:
"se supone que Estados Unidos es el guardián de los valores de la democracia y la libertad". Hay que analizar en detalle esta supuesta condición de guardián de Estados Unidos, presunción que ante todo sirve de coartada.
El nazismo le ha sido funcional a Estados Unidos en varios sentidos:
1) Le ha permitido aparecer, en tanto gran ganador de la Segunda Guerra Mundial, como el país salvador del mundo: cuanto más terribles son los horrores cometidos por el nazismo, tanto más valor tiene su victoria, de la que las todas las poblaciones del mundo son tributarias.
2) En tanto la Alemania nazi es una sociedad totalitaria, donde la democracia no tiene cabida, Estados Unidos, como nación victoriosa, es el país donde los valores democráticos hallan su lugar natural (para confirmar esto están la serie ininterrumpida de gobiernos que se han sucedido de 1776 en adelante). Cuanto más en evidencia quedan los valores totalitarios del nazismo, tanto más deseables son los valores que Estados Unidos estima, protege y defiende. Estados Unidos es el garante de la democracia en el mundo, como lo demuestran su propia historia y sus victorias en la primera y las segunda guerras mundiales.
3) En tanto garante de la democracia, Estados Unidos se permite pensarse a sí mismo como el país al cual se le debe la instauración de la democracia en otros países que presuntamente no son naturalmente democráticos. Por lo cual no debe escandalizar ninguna de las invasiones o conspiraciones que realiza para que los demás países adopten la democracia como sistema legítimo. En este sentido, la democracia se presenta como la gran coartada de los norteamericanos a lo largo del siglo XX y también en estos primeros años del siglo XXI. Y si la democracia es la gran coartada, las películas que denuncian al nazismo han sido y son espectacularmente funcionales a dicha coartada, ya que le permite presentar un planteo maniqueo en el que si el nazismo es el mal, la democracia estadounidense con todos sus valores, constituyen el bien absoluto al cual debe tender toda la política de los demás países, aún cuando para alcanzar esos valores deban someterse a su órbita. En este sentido, las películas contra el nazismo se presentaron como una gran estrategia contra el comunismo: si los valores democráticos constituyen el bien absoluto, cualquier sistema que no comparta esos valores no es sino una manifestación del mal: ya no necesariamente el nazismo, sino también el comunismo, el islamismo, y cualquier otro sistema de ideas que implique una resistencia a sus mandatos.
4) Esta ideología de la democracia no es sino una abstracción que no tiene en cuenta los graves conflictos que Estados Unidos ha debido minimizar, banalizar, omitir para constituirse: el problema racial que se deriva de una herencia esclavista; la cuestión religiosa, en tanto la religión constituye una parte importante de la vida de los norteamericanos en muchísimos de los estados; la cuestiòn de la moral sexual, entre otros.
5) La ideología de los valores democráticos como bien absoluto tienen como uno de los principales canales al cine de Hollywood. Hay que generar un instrumento que sea capaz de detectar esa ideología, para comenzar un proceso de desactivación.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario