“La publicidad instaura un superyó duro y
terrorífico, mucho más implacable que cualquier otro imperativo antes
inventado, que se pega a la piel del individuo y le repite sin parar: ‘Tienes
que desear. Tienes que ser deseable. Tienes que participar en la competición,
en la lucha, en la vida del mundo. Si te detienes, dejas de existir. Si te
quedas atrás, estás muerto’(…).
”La publicidad fracasa, las depresiones se
multiplican, el desarraigo se acentúa; sin embargo, la publicidad sigue
construyendo las infraestructuras de recepción de sus mensajes. Sigue
perfeccionando medios de desplazamiento para seres que no tienen ningún sitio
adonde ir porque no están cómodos en ninguna parte; sigue desarrollando medios
de comunicación para seres que ya no tienen nada que decir; sigue facilitando
las posibilidades de interacción entre seres que ya no tienen ganas de
establecer relación con nadie”.
Michel Houellebecq, El mundo como supermercado.
Michel Houellebecq, El mundo como supermercado.
1 comentario:
La publicidad más que incitar el deseo, te enseña qué tienes que desear y la cuota sádica del superyó te invita a que lo intentes para luego reírse de nuestro fracaso.
Por otra parte, si bien existe esa gente que descree de los engaños del ofrecimiento de la publicidad, dudaría más sobre la cantidad de gente que termina por rechazarla. Pienso que el éxito de este paradigma actual se cimenta precisamente excitar la metonimia del deseo y en la distracción que produce el simple hecho de existir...
Publicar un comentario