5 de junio de 2019

Cuaderno Literatura y Peronismo. Cochecito (fragmento), de Germán Rozenmacher.

“Ahora el hombre llamado Pepe no vivía estrictamente ahí sino que cambiaba sin parar de casa desde esa vez, mucho antes que Assunta se metió con todo a poner caños cuando a las tres de la mañana, en pleno agosto, unos tipos de civil entraron con unos vigilantes a punta de ametralladora a buscarlo a Pepe, y sacaron a todo el mundo al patio en calzoncillos, con cero grado y a mover los piecitos che, para calentarse y revolvieron toda la casa, encontraron una razón de mi vida y unos almanaques con fotos del hombre y un marco de plata para la foto de evita y juntaron todo en medio del patio mientras uno pateaba el piso buscando el sótano que no encontraron porque la entrada estaba debajo de la cama del abuelo y donde el hombre llamado Pepe estaba acurrucado, con una pistola esperando que bajaran a buscarlo. Después de cortarle hasta el colchón al abuelo y sin encontrar discos ni órdenes ni rastros de ese Pepe que jodía tanto la paciencia agitando a los sindicalistas se fueron pero uno de los muchachos con ametralladoras rompió ante los ojos de Asuntta la foto de evita en pedacitos y le dijo con amargura ¿cuando aprenderán salvajes? Y vean cómo les estoy haciendo un favor. Después roció el montón con nafta y le prendió fuego en el patio Y todo  pronto fue cenizas (…)”.


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