22 de junio de 2008

CUADERNO INFANCIA 13


En el restaurant La Emiliana. Tengo unos cinco o seis años. Es domingo y papá nos ha llevado a todos a almorzar ahí. En otra mesa hay un hombre calvo, acompañado por otras personas, adultas, y algunos niños. Mi papá o mis hermanos me dicen quién es verdaderamente y yo no lo puedo creer. Es uno de los ídolos de mi infancia, está a pocos metros, puedo seguir cada uno de sus movimientos. No tiene el peluquín que usa en la tele y está vestido elegantemente de traje y corbata lo cual hace difícil reconocerlo. Pero es él. Es toda una revelación para mí, que probablemente compruebo por primera vez que las personas que aparecen en la tele son reales, tienen una familia, comen en un restaurant como cualquier otro y hasta tienen una manera personal de vestir que no tiene nada que ver con lo que veo en los programas de TV. Sentado a esa mesa, Pepe Biondi no se parece nada a lo que yo estoy acostumbrado a ver. El azar me pone a jugar con otro chico. Vamos, venimos, corremos. Ese chico es el nieto de Biondi. Yo estoy orgulloso de jugar con el nieto de Biondi.

La imagen de hoy: "Adán y Eva", de Durero

CUADERNO BESTIARIO 7: Un sueño en color blanco

Un sueño: un conejo muy grande, robusto, blanquísimo y un león pequeño, casi cachorro, también blanco. Se diría que los dos tienen el mismo tamaño. Yo observo todo. Veo como el león advierte la presencia del conejo, lo reconoce. Y también cómo, en una especie de movimiento eléctrico que lo hace retroceder, el conejo se da cuenta de la presencia del león y de la amenaza que significa. El conejo quiere escapar pero es demasiado tarde. El león ya lo ataca, lo muerde en la nuca, se lo lleva. Tengo toda la impresión de que este conejo enorme es una de las primeras víctimas del leoncito. Quizás la primera. El conejo da un grito desesperado que no es sino un quejido escalofriante que denuncia que lo están asesinando. Yo también entiendo todo esto como un asesinato. No quiero mirar y no puedo dejar de mirar. Recién ahora me doy cuenta de que el conejo es blanco y el leòn también. Ambos protagonizan el mismo hecho como una sola masa blanca en un movimiento atroz.