23 de marzo de 2012

"Mis deseos", por Heinrich Heine


“Mis deseos son: una modesta choza, un techo de paja; pero buena cama, buena mesa, manteca y leche bien fresca, unas flores ante la ventana, algunos árboles hermosos ante la puerta, y si el buen Dios quiere hacerme completamente feliz, me concederá la alegría de ver colgados de estos árboles a unos seis o siete de mis enemigos. Con el corazón enternecido les perdonaré antes de su muerte todas las iniquidades que me hicieron sufrir en vida. Es cierto: se debe perdonar a los enemigos, pero no antes de su ejecución”. (Gedanken unid Einfälle, Pensamientos y ocurrencias).

19 de marzo de 2012

Bertolt Brecht. Ante la noticia de la muerte de Walter Benjamin.
































Me dicen que, adelantándote a tus verdugos,
has levantado la mano contra ti mismo.
Ocho años desterrado,
observando el ascenso del enemigo.
Empujado finalmente a una frontera incruzable,
has cruzado, me dicen, otra que sí es cruzable.

Imperios se derrumban. Los jefes de pandilla
se pasean como hombres de estado. Los pueblos
se han vuelto invisibles bajo sus armamentos.

Así el futuro está en tinieblas y débiles
las fuerzas del bien. Tu veías todo esto
cuando destruiste el cuerpo destinado a la tortura.



Walter Benjamin integraba el grupo de refugiados judíos que decidió escapar, a través de la frontera con España, de la Francia invadida por los nazis. En el mismo momento en que dicho grupo llegó a la costa del pueblo de Port Bou, en Cataluña, la dictadura de Franco canceló las visas de tránsito y ordenó a la policía española devolver a Francia a todas las personas que habían logrado cruzar la frontera, incluyendo al grupo de judíos del que Benjamin formaba parte. Para no caer en manos de los nazis, Walter Benjamin se suicidó en una habitación de un hotel de Port Bou con una sobredosis de morfina el 25 de septiembre de 1940.

5 de marzo de 2012

La imagen de hoy: "La bella vellosa", de Balthus.

Cine. Breve comentario intempestivo. Fragmento de "El discreto encanto de la burguesía", de Luis Buñuel


En una escena donde los hombres y las mujeres están apartados, un soldado se sienta a la mesa de las mujeres y les pide que escuchen un recuerdo. Él, que es un chico y estudia en el liceo militar, está frente a un hombre que es supuestamente su padre. Este lo llama ante su escritorio y el soldado-niño acude con el uniforme. El hombre le asegura que la carrera militar va a ser beneficiosa para él y le desea éxito. Cuando el niño llega a su habitación se mira en el espejo y ve reflejado detrás de él un armario, desde el cual lo llama una voz de mujer, que no es otra que la voz de su madre. El joven acude y su madre le cuenta que en realidad el verdadero padre fue asesinado por quien ahora se dice su padre. La madre le pide que saque un líquido de color x del botiquín y lo vuelque en la leche. El joven obedece (pero el espectador no lo ve: un ejemplo claro de lo que no se narra y el lector sin embargo capta sin esfuerzo). El padre falso toma el vaso de leche antes de acostarse y muere.