30 de mayo de 2012

Cadáveres, de Néstor Perlongher

 

                                                                                                                                             A Flores



Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres

En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres

En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres

En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres

En las mangas acaloradas de la mujer del pasaporte que se arroja
         por la ventana del barquillo con un bebito a cuestas
En el barquillero que se obliga a hacer garrapiñada
En el garrapiñiero que se empana
En la pana, en la paja, ahí
Hay Cadáveres

Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa...
Hay Cadáveres

Empero, en la lingüita de ese zapato que se lía disimuladamente, al
         espejuelo, en la
correíta de esa hebilla que se corre, sin querer, en el techo, patas
arriba de ese monedero que se deshincha, como un buhón, y, sin
embargo, en esa c... que, cómo se escribía? c. .. de qué?, mas, Con
         Todo
Sobretodo
Hay Cadáveres

En el tepado de la que se despelmaza, febrilmente, en la 
menea de la que se lagarta en esa yedra, inerme en el
 
despanzurrar de la que no se abriga, apenas, sino con un
 
saquito, y en potiche de saquitos, y figurines anteriores, modas
 
pasadas como mejas muertas de las que
 
Hay Cadáveres

Se ven, se los despanza divisantes flotando en el pantano: 
en la colilla de los pantalones que se enchastran, símilmente;
en el ribete de la cola del tapado de seda de la novia, que no se casa
 
                           porque su novio ha
….........................!
Hay Cadáveres

En ese golpe bajo, en la bajez
de esa mofleta, en el disfraz
ambiguo de ese buitre, la zeta de
 
esas azaleas, encendidas, en esa obscuridad
 
Hay Cadáveres

Está lleno: en los frasquitos de leche de chancho con que las
         campesinas
 
agasajan sus fiolos, en los
fiordos de las portuarias y marítimas que se dejan amanecer, como a
         escondidas, con la bombacha llena; en la
 
humedad de esas bolsitas, bolas, que se apisonan al movimiento de
         los de
 
Hay Cadáveres

Parece remanido: en la manea 
de esos gauchos, en el pelaje de
 
esa tropa alzada, en los cañaverales (paja brava), en el botijo
 
de ese guacho, el olor a matorra de ese juiz
 
Hay Cadáveres

Ay, en el quejido de esa corista que vendía "estrellas federales"
Uy, en el pateo de esa arpista que cogía pequeños perros invertidos,
Uau, en el peer de esa carrera cuando rumbea la cascada, con
 
una botella de whisky "Russo" llena de vidrio en los breteles, en ésos,
tan delgados,
 
Hay Cadáveres

En la finura de la modistilla que atara cintas do un buraco hubiere 
En la delicadeza de las manos que la manicura que electriza
 
las uñas salitrosas, en las mismas
 
cutículas que ella abre, como en una toilette; en el tocador, tan
 
...indeciso..., que
 
clava preciosamente los alfiles, en las caderas de la Reina y
en los cuadernillos de la princesa, que en el sonido de una realeza
 
         que se derrumba, oui
 
Hay Cadáveres

Yes, en el estuche de alcanfor del precho de esa 
¡bonita profesora!
 
Ecco, en los tizones con que esa ¡bonita profesora! traza el rescoldo
        de ese incienso;
 
Da, en la garganta de esa ajorca, o en lo mollejo de ese moretón
atravesado por un aro, enagua, en
 
Ya
Hay Cadáveres

En eso que empuja 
lo que se atraganta,
 
En eso que traga
 
lo que emputarra,
 
En eso que amputa
 
lo que empala,
 
En eso que ¡puta!
 
Hay Cadáveres

Ya no se puede sostener: el mango 
de la pala que clava en la tierra su rosario de musgos,
 
el rosario
 
de la cruz que empala en el muro la tierra de una clava,
 
la corriente
 
que sujeta a los juncos el pichido – tin, tin... – del son-
ajero, en el gargajo que se esputa...
Hay Cadáveres


En la mucosidad que se mamosa, además, en la gárgara; en la también 
glacial amígdala; en el florete que no se succiona con fruición
 
porque guarda una orla de caca; en el escupitajo
 
que se estampa como sobre en un pijo,
en la saliva por donde penetra un elefante, en esos chistes de
 
         la hormiga,
 
Hay Cadáveres


En la conchita de las pendejas
En el pitín de un gladiador sureño, sueño
En el florín de un perdulario que se emparrala, en unas
brechas, en el sudario del cliente
 
que paga un precio desmesuradamente alto por el polvo,
 
en el polvo
Hay Cadáveres


En el desierto de los consultorios
En la polvareda de los divanes "inconcientes"
 
En lo incesante de ese trámite, de ese "proceso" en hospitales
 
donde el muerto circula, en los pasillos
 
donde las enfermeras hacen SHHH! con una aguja en los ovarios,
en los huecos
 
de los escaparates de cristal de orquesta donde los cirujanos
 
se travisten de ''hombre drapeado",
 
laz zarigueyaz de dezhechoz, donde tatúase, o tajéase (o paladea)
 
un paladar, en tornos
 
Hay Cadáveres

En las canastas de mamá que alternativamente se llenan o vacían de
esmeraldas, canutos, en las alforzas de ese
 
bies que ciñe – algo demás – esos corpiños, en el azul Iunado del cabe-
llo, gloriamar, en el chupazo de esa teta que se exprime, en el
 
reclinatorio, contra una mandolina, salamí, pleta de tersos caños...
Hay Cadáveres


En esas circunstancias, cuando la madre se 
lava los platos, el hijo los pies, el padre el cinto, la
 
hermanita la mancha de pus, que, bajo el sobaco, que
 
va “creciente”, o
 
Hay Cadáveres


Ya no se puede enumerar: en la pequeña “riela” de ceniza 
que deja mi caballo al fumar por los campos (campos, hum…),o por
 
los haras, eh, harás de cuenta de que no
 
Hay Cadáveres


Cuando el caballo pisa
los embonchados pólderes,
empenachado se hunde
en los forrajes;
cuando la golondrina, tera tera,
vola en circuitos, como un gallo, o cuando la bondiola
como una sierpe “leche de cobra” se
disipa,
los miradores llegan todos a la siguiente
conclusión:
Hay Cadáveres


Cuando los extranjeros, como crápulas, ("se les ha volado la 
papisa, y la manotean a dos cuerpos"), cómplices,
 
arrodíllanse (de) bajo la estatua de una muerta,
 
y ella es devaluada!
 
Hay Cadáveres


Cuando el cansancio de una pistola, la flaccidez de un ano,
ya no pueden, el peso de un carajo, el pis de un
 
''palo borracho", la estirpe real de una azalea que ha florecido
 
roja, como un seibo, o un servio, cuando un paje
 
la troncha, calmamente, a dentelladas, cuando la va embutiendo
 
contra una parecita, y a horcajadas, chorrea, y
Hay Cadáveres


Cuando la entierra levemente, y entusiasmado por el su-
ceso de su pica, más
 
atornilla esa clava, cuando "mecha"
 
en el pistilo de esa carroña el peristilo de una carroza
 
chueca, cuando la va dándola vuelta
 
para que rase todos.. . los lunares, o
 
Sitios,
Hay Cadáveres


Verrufas, alforranas (de teflón), macarios muermos: cuando sin...
acribilla, acrisola, ángeles miriados' de peces espadas, mirtas
 
acneicas, o sólo adolescentes, doloridas del
 
dedo de un puntapié en las várices, torreja
 
de ubre, percal crispado, romo clít ...
 
Hay Cadáveres


En el país donde se yuga el molinero
En el estado donde el carnicero vende sus lomos, al contado,
y donde todas las Ocupaciones tienen nombre….
En las regiones donde una piruja voltèa su zorrito de banlon,
la huelen desde lejos, desde antaño
 
Hay Cadáveres


En la provincia donde no se dice la verdad 
En los locales donde no se cuenta una mentira
 
–Esto no sale de acá–
 
En los meaderos de borrachos donde aparece una pústula roja en
      la bragueta del que orina-esto no va a parar aquí -, contra los
 
azulejos, en el vano, de la 14 o de la 15, Corrientes y
 
Esmeraldas,
 
Hay Cadáveres


Y se convierte inmediatamente en La Cautiva,
los caciques le hacen un enema,
 
le abren el c... para sacarle el chico,
el marido se queda con la nena,
 
pero ella consigue conservar un escapulario con una foto borroneada
         de un camarín donde...
Hay Cadáveres


Donde él la traicionó, donde la quiso convencer que ella 
era una oveja hecha rabona, donde la perra
 
lo cagó, donde la puerca
dejó caer por la puntilla de boquilla almibarada unos pelillos
 
almizclados, lo sedujo,
Hay Cadáveres


Donde ella eyaculó, la bombachita toda blanda, como sobre 
un bombachón de muñequera como en
 
un cáliz borboteante - los retazos
 
de argolla flotaban en la "Solución Humectante" (método agua por
 
         agua),
 
ella se lo tenía que contar
Hay Cadáveres


El feto, criándose en un arroyuelo ratonil,
La abuela, afeitándose en un bols de lavandina,
La suegra, jalándose unas pepitas de sarmiento,
La tía, volviéndose loca por unos peines encurvados
Hay Cadáveres


La familia, hurgándolo en los repliegues de las sábanas 
La amiga, cosiendo sin parar el desgarrón de una "calada"
 
El gil, chupándose una yuta por unos papelitos desleídos
 
Un chongo, cuando intentaba introducirla por el caño de escape de
 
         una Kombi,
 
Hay Cadáveres


La despeinada, cuyo rodete se ha raído
por culpa de tanto "rayito de sol", tanto "clarito";
 
La martinera, cuyo corazón prefirió no saberlo;
La desposeída, que se enganchó los dientes al intentar huir de un taxi;
La que deseó, detrás de una mantilla untuosa, desdentarse
 
para no ver lo que veía:
 
Hay Cadáveres


La matrona casada, que le hizo el favor a la muchacho pasándole un 
         buen punto;
 
la tejedora que no cánsase, que se cansó buscando el punto bien
 
        discreto que no mostrara nada
 
– y al mismo tiempo diera a entender lo que pasase –;
 
la dueña de la fábrica, que vio las venas de sus obreras urdirse
         táctilmente en los telares-y daba esa textura acompasada...
                                    lila...
La lianera, que procuró enroscarse en los hilambres, las púas
 
Hay Cadáveres


La que hace años que no ve una pija 
La que se la imagina, como aterciopelada, en una cuna (o cuña)
 
Beba, que se escapó con su marido, ya impotente, a una quinta
 
         donde los
 
vigilaban, con un naso, o con un martillito, en las rodillas, le
tomaron los pezones, con una tenacilla (Beba era tan bonita como una
 
         profesora…)
 
Hay Cadáveres


Era ver contra toda evidencia
Era callar contra todo silencio
Era manifestarse contra todo acto
Contra toda lambida era chupar
Hay Cadáveres


Era: "No le digas que lo viste conmigo porque capaz que se dan 
         cuenta"
 
O: "No le vayas a contar que lo vimos porque a ver si se lo toma a
 
         pecho"
Acaso: "No te conviene que lo sepa porque te amputan una teta"
 
Aún: "Hoy asaltaron a una vaca"
 
"Cuando lo veas hacé de cuenta que no te diste cuenta de nada
 
...y listo"
 
Hay Cadáveres


Como una muletilla se le enchufaba en el pezcuello 
Como una frase hecha le atornillaba los corsets, las fajas
 
Como un titilar olvidadizo, eran como resplandores de mangrullo, como
 
una corbata se avizora, pinche de plata, así
 
Hay Cadáveres


En        el campo
En el campo
En la casa
En la caza
Ahí
Hay Cadáveres


En el decaer de esta escritura
En el borroneo de esas inscripciones
En el difuminar de estas leyendas
En las conversaciones de lesbianas que se muestran la marca de la liga,
En ese puño elástico,
Hay Cadáveres


Decir "en" no es una maravilla? 
Una pretensión de centramiento?
 
Un centramiento de lo céntrico, cuyo forward
 
muere al amanecer, y descompuesto de
 
El Túnel
 
Hay Cadáveres


Un área donde principales fosas?
Un loro donde aristas enjauladas?
Un pabellón de lolas pajareras?
Una pepa, trincada, en el cubismo
de superficie frívola...?


Hay Cadáveres

Yo no te lo quería comentar, Fernando, pero esa vez que me mandaste 
         a la oficina, a hacer los trámites, cuando yo
 
curzaba la calle, una viejita se cayó, por una biela, y los
 
carruajes que pasaban, con esos crepés tan anticuados (ya preciso,
te dije, de otro pantalón blanco), vos creés que se iban a
 
dedetener, Fernando? Imaginá…

Hay Cadáveres

Estamos hartas de esta reiteración, y llenas 
de esta reiteración estamos.
 
Las damiselas italianas
 
pierden la tapita del Luis XV en La Boca!
Las ''modelos" –del partido polaco–
no encuentran los botones (el escote cerraba por atrás) en La Matanza!
 
Cholas baratas y envidiosas – cuya catinga no compite – en Quilmes!
Monas muy guapas en los corsos de Avellaneda!
 
Barracas!
 
Hay Cadáveres


Ay, no le digas nada a doña Marta, ella le cuenta al nieto que es
         colimba!
Y si se entera Misia Amalia, que tiene un novio federal!
Y la que paya, si callase!
La que bordona, arpona!
Ni a la vitrolera, que es botona!
Ni al lustrabotas, cachafaz!
Ni a la que hace el género "volante"!
NI
Hay Cadáveres


Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocillos metonímicos!
Ex-plícito !
Hay Cadáveres
Ejercicios
Campañas
Consorcios
Condominios
Contractus
Hay Cadáveres
Yermos o Luengos
Pozzis o Westerleys
Rouges o Sombras
Tablas o Pliegues
Hay Cadáveres


– Todo esto no viene así nomás 
– Por qué no?
 
– No me digas que los vas a contar
 
– No te parece?
 
– Cuándo te recibiste?
 
– Militaba?
 
– Hay Cadáveres?
Saliste Sola 
Con el Fresquito de la Noche
 
Cuando te Sorprendieron los Relámpagos
 
No Llevaste un Saquito
 
Y
 
Hay Cadáveres


Se entiende?
Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres


Yo soy aquél que ayer nomás...
Ella es la que…
Veíase el arpa...
En alfombrada sala...
Villegas o
Hay Cadáveres


..............................................
..............................................
..............................................
..............................................


No hay nadie?, pregunta la mujer del Paraguay.
Respuesta: No hay cadáveres.

26 de mayo de 2012

Roland Barthes: La función del relato.


“La función del relato no es la de “representar” sino la de constituir un espectáculo que nos sigue siendo todavía bastante enigmático, pero que no podría ser del orden mimético; la ‘realidad’ de una secuencia no está en la sucesión ‘natural’ de las acciones que la componen, sino en la lógica que en ella se expone, se arriesga y se satisface; podría decirse, de otro modo, que el origen de una secuencia no es la observación de la realidad, sino la necesidad de variar y sobrepasar la primera forma que se ofreció al hombre, a saber, la repetición: una secuencia es esencialmente un todo en el que nada se repite: la lógica tiene aquí un valor emancipador y junto con ella todo el relato; puede suceder que los hombres reinyecten en el relato todo lo que conocieron, todo lo que vivieron: por lo menos, así es en una forma que, ella sí, ha triunfado sobre la repetición e instituido el modelo de un devenir. El relato no hace ver, no imita: la pasión que puede inflamarnos al leer una novela no es la de una “visión” (de hecho, nosotros no ‘vemos’ nada) es la del sentido, es decir, de un orden superior de la relación, que posee, también él, sus emociones, sus esperanzas, sus amenazas, sus triunfos: ‘lo que pasa’ en el relato, no es, desde el punto de vista referencial (real) nada, lo que ‘adviene’ es únicamente el lenguaje, la aventura de lenguaje, cuya llegada no deja de ser festejada”.

Cita extraída del luminoso artículo de Roland Barthes "Introducción al análisis estructural de los relatos"

La imagen de hoy: "Paisaje de invierno con patinadores", de Avercamp.

"El botánico", de Juan Gelman






















"El botánico"

y aquí el francés Bonpland botánico
buscaba asclepias lirolensis
o chinchonas acaridesas
encontró en cambio las ignotas
caras o rostros del amor
a la india Nunu de los zambos
junto a la boca del Orinoco

junto a la boca del Orinoco
durmió al cuidado del peligro
comía arroz yucas hormigas
plátanos y manjar de mono
mirándose en los cocodrilos
en el silbido de las boas
en el rugido de los tigres
mientras se alzaban los temores
como hogueras nunca apagadas

a la calor de esas hogueras
aquí el francés Bonpland botánico
entró en las dulces partes de Nunu
mientras giraban en la noche
las catedrales medievales
toda la rue du chat qui péche
como planetas instantáneos
apagándose en la mitad

entre los pechos de la Nunu
que hablaban sus idiomas suaves
más poderosos que la selva
más bellos que los tigres en
la luz violeta de su vientre
o que los cocodrilos bocas
del Orinoco padre o río
o que las boas onduladas
como olitas del Sena gris

temió amó a Nunu comió mono
con su levita directorio
tuvo 15 días de miel
y cuando alguno robó a la india
(no por deseo de su carne
o de sus partes destinadas
al amor puro y duro y otro
sino para hacerlas volver
a la desencadenada
selva o sacarlas del amor
para otro mundo como es
o amor es de otro mundo o es
otro mundo directamente)

Bonpland decía al rededor:
"hermano cocodrilo di
dónde está Nunu la dulzona
de varios pechos a saber:
el que te da leche de amor
el que te apaga la maldad
el que te viste contra el miedo
el que se tiembla en la caída
porque no sabe si te alzará"
o al tigre de rayas de rey:
"dónde está Nunu, tigre tigre
ahora salido de mi sangre"
o a la boa: "cómo está Nunu
la de la luna en la rodilla"

la de la luna en la rodilla
se la llevaron y Bonpland
no quiso saber más de estrellas
o de misterios de la mar
o de volcanes encendidos
o de plantas quietas en sí
y aunque se fue del Orinoco
de sus herrumbres suaves verdes
y aunque lo amó la emperatriz
(la Josefina de Napoleón)

y aunque ella eligió sus brazos
para morirse de una vez
aquí volvió el Bonpland a Nunu
y nunca jamás la encontró

pero comía yucas hormigas
arroz manjar de mono plátanos
y bebía aguas del Orinoco
como quien come a una mujer
como quien bebe a una mujer

y esta es la historia de Bonpland
clasificó muchas plantitas
del continente americano
pero él vivía en Nunu. oh Nunu .
la de la luna en la rodilla
la de varios pechos de amor
la de planetas apagados
como la rue du chat qui péche
volando abriendo su mitad
para el francés que la quería
como jardín oh Nunu. oh Nunu
como la noche Nunu Nunu.

(del libro Fábulas)