8 de noviembre de 2010

La imagen de hoy: "Edipo y la Esfinge", de Bacon.

Cuaderno Materiales. Un sueño de Magda Goebbels. Para "La inquietud de la señora Goebbels".


Magda: Un sueño. Yo camino por una calle de Berlín y tengo la sensación de que alguien me sigue. Me doy vuelta, la calle está vacía y sin embargo, puedo escuchar perfectamente los pasos de alguna persona que camina detrás de mí. Tengo puesto un vestido marrón, el sol me da en la cara y en el cuerpo, siento una satisfacción enorme. Pero no me olvido de la persona que me sigue.
De pronto, cuando llego a la esquina me encuentro con una multitud. Trato de avanzar como puedo entre la gente pero no me es fácil. Camino, entre muchos hombres que miran en la misma dirección. Escucho una voz inconfundible, que es la voz del Führer. Todos miran en dirección a él. Yo quiero que me vea y camino entre la gente cada vez más rápido para llegar cuanto antes al palco. El Führer no me ve, pero Josef sí. Me hace una seña mínima con la mano, una seña que sólo yo puedo ver y Josef lo sabe. Josef también sonríe mínimamente y sólo yo me puedo dar cuenta. El Führer lo nombra a Josef, todos los que están abajo lo aclaman, Josef vuelve a sonreírme, esta vez me muestra toda su sonrisa, me la dedica, yo sé que entre tantas personas solamente a mí me está sonriendo. Poco a poco me voy acercando al palco. Y siento que detrás de mí todavía está mi perseguidor, que también avanza entre la gente, aunque yo me dé vuelta y no pueda reconocerlo, él sigue ahí, separado tan sólo por unos metros. Llego por fin al palco, Josef se acerca al borde, me tiende una mano. Tomo la mano de Josef, que da uno o dos pasos para atrás y me ayuda a que yo trepe. El Führer sigue con su discurso y todos lo aclaman, una vez más. Cuando ya estoy en el palco, miro a la multitud, a todos los hombres y mujeres que están allí, de frente a nosotros con el brazo en alto. Trato de identificar entre tantas personas a mi perseguidor pero cuando creo que estoy a punto de encontrarlo se desvanece una vez más. Presiento que el Führer se distrae por unos segundos y que tiene la mirada puesta en mí. Entonces miro a un costado y lo veo a Hitler, que me sonríe. Yo le sonrío también y así quedamos mientras el tiempo se detiene. El Führer vuelve a su discurso, yo vuelvo a buscar a mi perseguidor. Entonces distingo entre esa marea de brazos en alto un par de anteojos redondos que me miran: ahora sí lo veo, es Víctor, que se mantiene impasible ante tanta euforia, que no se mueve, que casi no respira. Yo quiero poner la vista en otro lado pero no puedo, los ojos de Víctor, detrás de esos lentes redondos, me hipnotizan, no me permiten disfrutar de la fiesta del Partido, no puedo pensar en otra cosa, no puedo mirar sino en la dirección de esos lentes. Aunque Víctor no hace el menor movimiento yo siento que me está llamando. Niego con la cabeza, trato de resistirme a su llamado, a su mirada de lentes redondos. Para protegerme, me tomo del brazo de Josef, aunque nadie lo nota ya que hace frío y Josef está enfundado en un sobretodo que casi llega al suelo.

"La inquietud de la señora Goebbels" es una de las obras que conforman la Trilogía de "Las mujeres de los nazis", espectáculo estrenado en el teatro Patio de Actores en marzo de 2008. La puesta en escena de esta obra estuvo a cargo del propio autor. Otra de las obras, "La convicción de Irma Grese", fue dirigida por Clara Pando. Y la puesta de la tercera de las obras, "El dilema de Geli Raubal" estuvo a cargo de Laura Yusem.
Por la Trilogía de "Las mujeres de los nazis", Héctor Levy-Daniel fue galardonado con el Premio Florencio Sánchez al mejor autor del año 2008.


Aunque este monólogo sirvió para la construcción de uno de los personajes de la obra, no forma parte de la misma.