5 de septiembre de 2009

La imagen de hoy: "Incredulidad de Santo Tomás", de Caravaggio.

CUADERNO INFANCIA 46


Un día, tengo unos siete años, encuentro en la calle un billete de diez mil pesos, que en ese tiempo es muchísima plata. Tanta que me alcanza para comprarme juguetes y discos y con el resto mamá hasta me compra algo de ropa. Una noche voy con papá a una juguetería de Ramos Mejía, cerca de su negocio, la Sedería Universal, porque quiero comprarme un Cine Graf, algo que siempre he querido tener. El Cine Graf es una especie de proyector, por el cual se pasan tiras cómicas de Walt Disney, las cuales están dibujadas en una tira de papel manteca que se inserta en el aparato. El rodillo se va pasando manualmente y esto permite seguir el desarrollo de la historia proyectada en la pared o en alguna pantalla. En realidad es una historieta de los personajes de Disney, ya que se pueden seguir los diálogos por medio de los clásicos globos. Siempre he querido tener un Cine Graf y ahora tengo mi gran oportunidad, sin tener que pedírselo a nadie. Cuando vamos a la juguetería con papá, el vendedor nos muestra lo que le pedimos, pero también nos ofrece un proyector más sofisticado que pasa películas. Y al mismo tiempo nos dice que al día siguiente le va a llegar otro modelo, todavía mejor. Yo no quiero ningún modelo, ni uno mejor. Quiero el Cine Graf, de color rojo, con la lámpara adentro. Pero papá supone que lo mejor es esperar hasta que entre el nuevo modelo. Yo no encuentro ni fuerza ni voz para decirle lo que quiero y nos vamos de la juguetería con las manos vacías. En el momento de cruzar la calle no puedo contenerme más y rompo en llanto. Papá, sorprendido, me pregunta que me pasa, y yo sin dejar de llorar le digo que quería el Cine Graf. De inmediato pegamos media vuelta y entramos de nuevo en la juguetería. Una vez en casa, paso durante varios días los rodillos de papel manteca una y otra vez para seguir las historietas proyectadas.

Walter Benjamin: El dinero y los vínculos humanos


En su libro "Calle de dirección única" Walter Benjamin presta atención a un fenómeno que en general se mantiene totalmente descuidado ya que de tan común aparece como natural: se trata de las relaciones entre los vínculos humanos y el dinero: “Pues al ocupar el dinero de forma devastadora el centro de todos los intereses vitales, por un lado y constituir justamente, por el otro, la barrera ante la que fracasan casi todas las relaciones humanas, van desapareciendo más y más, tanto en el ámbito de la naturaleza como en el de las costumbres, la confianza espontánea, la calma y la salud”.
En otras palabras, sin que siquiera lo sospechemos, el dinero gobierna los vínculos entre las personas. Si se piensa en el dinero como el medio en el que se dan todo tipo de relaciones, entonces lo que se logra es percibirlas de un modo nuevo, original. Aquí hay una tarea.