23 de junio de 2008

Cine. Reseña intempestiva. El latido de mi corazón, de Jacques Audiard.


Film excepcional. Uno de los primeros logros del film que se ponen en evidencia es que a partir de un guión que sigue minuciosamente el recorrido del protagonista, da con un actor que está a la altura no sólo de la personalidad excesiva del personaje sino también de los extremos contradictorios entre los cuales está obligado permanentemente a debatirse.
La película está construida sobre cuatro ejes principales, los cuales son también los que articulan la vida del protagonista. Estos cuatro ejes son: el trabajo de Tom, el padre de Tom, el (re)encuentro con la música, las dos mujeres.
El trabajo
Tom es un hombre de menos de treinta años que trabaja en negocios inmobiliarios en París, tarea que según nos muestra la película está muchas veces asociadas a diversos niveles de violencia (echar ratas en un edificio para asustar a los inquilinos, amedrentarlos, golpearlos). El personaje de Tom sufre de hiperquinesis y aun cuando está solo en un bar su cuerpo sigue en plena movilidad gracias a la música electrónica que Tom escucha incesantemente a través de un aparato con auriculares. Tom es irascible, quisquilloso, violento, desmesurado y, sin embargo esconde, sin saberlo, una gran sensibilidad.
En una de las primeras escenas del film, Tom y sus socios deben vender un inmueble o parte de él y cuando van hasta el edificio se encuentran con que ha sido ocupado por gente que no tiene dónde vivir bajo la guía de un hombre de una organización por el derecho a la vivienda. Este hombre no parece dejarles demasiadas opciones y aparentemente todo está perdido para Tom y sus socios, uno de los cuales llega tarde y es culpado por Tom del desenlace fastidioso que han tomado los acontecimientos. Sin embargo, Tom no se preocupa demasiado, hace una llamada y en la escena siguiente sus ayudantes rompen las ventanas de uno de los departamentos y levantan los pisos para hacerlo inhabitable para los ocupas parisinos. Este es el Tom inicial y esta escena no es inocente para el desarrollo de la historia: muestra toda la bajeza desde la que Tom deberá remontarse para operar en sí mismo una transformación sustancial que lo convertirá en una persona totalmente distinta. El mayor placer que se va a desprender del film para el espectador consiste en ser testigo del trabajo tortuoso que Tom debe realizar para dejar de ser quien es y convertirse en otro. Vale la pena destacar que este cambio sólo es posible porque Tom posee las potencialidades que son impensables en cualquiera de sus dos socios.
El cambio comienza a producirse en un momento en que Tom, luego de dejar a Fabricio, su socio (al que cubre permanentemente para que pueda ocultar a su esposa los numerosos encuentros amorosos con otras mujeres) ve desde su auto al que fuera representante de su madre en la puerta de un teatro. Tom detiene el auto con violencia y corre al encuentro de este amable hombre mayor, de modales delicados y respetuosos. Este hombre recuerda el pasado de pianista de Tom, que aparecía en ese tiempo como una promesa. Acá tenemos nuestra primera sorpresa: difícilmente hubiéramos podido imaginar que este joven impetuoso, agresivo y hasta brutal tuvo una relación íntima con la música. Sin embargo, en la misma conversación con el viejo nos enteramos que la madre de Tom era pianista y también representada por este señor amable. Tom explica su abandono diciendo que “a partir de la muerte de su madre todo se complicó” y no pudo seguir tocando. El señor mayor le da una tarjeta y le pide que lo llame, pues le dará una audición. En este momento se decide para Tom la posibilidad de un cambio.
El padre
A medida que la acción del film avanza nos damos cuenta que no sólo la relación de Tom con la música fue lo que se complicó a partir de la muerte de la madre. De alguna manera Tom ha ido convirtiéndose en el principal sostén del padre, en una inversión casi total de roles: el padre acude a él para que apruebe o desapruebe la mujer con la que está intentando formar pareja, o le exige a su hijo que intervenga en las poco afortunadas operaciones inmobiliarias (también el padre trabaja en operaciones inmobiliarias en París, con los mismos métodos violentos y no es difícil deducir que Tom ha seguido sus pasos con algún éxito pero sin demasiada convicción y esta falta de convicción de alguna manera lo salvará) . A pedido del padre, Tom golpea sin piedad a un hombre dueño de un restaurant que le debe a aquel seis meses de alquiler. Luego de este hecho, Tom le pide al padre que no lo busque más y el padre de hecho desaparece hasta que se ve involucrado en otra disputa de la que sale físicamente maltrecho: lo han estafado y al tratar de reaccionar lo han golpeado sin compasión. Nuevamente el padre le pide que intervenga, Tom lo intenta y se da cuenta que esta vez el adversario es realmente peligroso por lo cual le advierte al padre que debe dejar todo como está. El padre se muestra perplejo por el consejo de Tom y lo trata con desprecio.
La música
Por otro lado, Tom no ha olvidado el llamado al ex representante de su madre y se aleja unos instantes de una de sus habituales reuniones de trabajo en la oficina para, luego de algunas vacilaciones, llamar y conseguir una audición. Desde ese momento, la vida de Tom comienza a cambiar de manera visible: se preocupa de conseguir alguien que lo ayude a entrenarse para ese momento y consigue por fin una pianista china que no habla una palabra de francés pero que, al cumplir el rol de profesora se va transformando poco a poco en su principal sostén en este intento, a pesar de los modales groseros y violentos de Tom. Es importante señalar que varias veces, a modo de tránsito entre dos mundos, la cámara va a mostrar las manos de Tom heridas en defensa del padre, esforzándose por tocar el piano con la mayor destreza posible. Esta pianista obliga a Tom al mayor de los esfuerzos y en ningún momento se permite hacerle la menor de las concesiones.
Las mujeres
La preocupación cada vez mayor de Tom por sus avances en el piano empeora cada vez más su rendimiento en su actividad laboral. Inexorablemente esto trae aparejados varios problemas con sus socios, que detectan en Tom un creciente desinterés que se traduce en errores e impuntualidades con efectos directos sobre los resultados. Sin embargo, Fabricio sigue confiando en Tom para que este lo cubra en sus numerosas infidelidades. Y la mujer de Fabricio termina por descubrir la verdad y culpar a Tom por haberla engañado durante tanto tiempo. Por toda respuesta Tom le declara su amor y logra convencerla de que siempre ha estado enamorado de ella. Ella le corresponde y ambos inician una relación a espaldas de Fabricio. Uno no puede dejar de vivir esta relación de Tom como un escape, una bocanada de oxígeno en ese mundo sórdido en el que Tom está sumergido.
La víspera del momento tan esperado de la audición (día que la profesora china ha recomendado para descansar y concentrarse) los socios van a buscar a Tom a la madrugada para terminar de cerrar una operación. Cuando llegan al lugar, este está ocupado y una vez más los socios golpean sin piedad a aquellos que han ocupado el departamento. Por primera vez observamos cuáles son los cambios producidos en Tom: no es capaz de golpear y a duras penas puede soportar el espectáculo que se presenta ante él. A la mañana siguiente, en el momento de la audición, Tom fracasa estrepitosamente y se va avergonzado del teatro. Cuando llega al departamento del padre se encuentra con que le han disparado y yace muerto contra la pared ensangrentada. Tom sabe que el asesino es aquel sobre el cual había advertido, sin éxito, a su padre.
Cuando pareciera que la película va a terminar, se nos informa que han pasado dos años. Tom se ha convertido en un pianista bastante reconocido que da conciertos periódicamente y se ha casado con la pianista china que también ha cosechado su propio éxito. De hecho, Tom sale del teatro donde toca para llevar a su mujer al teatro donde ella deberá dar tocar. Luego de dejar el auto en el estacionamiento, Tom camina bajo la lluvia y ve al asesino de su padre. En lugar de dejarlo ir, Tom decide seguirlo. Se encuentra con él en el baño, lo observa al punto que el ruso se siente observado. Luego de confirmar que se trata del asesino de su padre lo golpea brutalmente. Se entabla entre los dos una lucha que Tom gana con dificultad. Logra quitarle el arma al asesino pero aunque lo intenta no puede matarlo. Luego de dejarlo casi agonizante en la escalera de servicio donde se ha dado la lucha, Tom vuelve al baño, se lava como puede y se sienta en su lugar en el teatro para escuchar a su mujer. Por fin se ha dado la síntesis superadora: ha vengado a su manera a su padre, ha saldado las cuentas con él y con la violencia. De ahora en más podrá dedicarse a la música, plenamente, sin obstáculos de ningún tipo.

La imagen de hoy: "Petwort. El artista y sus admiradores", de Turner