21 de noviembre de 2014

Reseña intempestiva: "Katzelmacher", de Rainer Werner Fassbinder (1969).



El relato funciona como un mecanismo básicamente conformado por siete personajes que están todo el tiempo ubicados en el mismo lugar, cerca de la puerta de sus respectivas casas. Ellos son Marie, Erich, Helga, Paul, Gunda, Rosy y Franz. A través de este mecanismo, cualquier comentario se convierte en información, sin importar si es verdadera o falsa. Esta información circula de una boca a la otra de cada uno de ellos, se deforma, se agrava, multiplica sus matices hasta convertirse en noticia que incumbe a todos.
Salvo Marie (Hanna Schygulla) -a quien la primera toma del film muestra cerrando un local- ninguno de ellos tiene una ocupación. Cuando la película empieza, Erich (Hans Hischmüller) se dispone a cumplir un plan aparentemente peligroso y Marie, su pareja, le dice que si algo sale mal ya no lo verá. Por su parte Paul (Rudolf Waldemar Brem) y Helga (Lilith Ungerer) mantienen una relación sexual después de la cual ella se muestra sumamente pendiente de él, que no repara en sus gestos y se la quita de encima con desprecio.
A medida que la acción de la película avance, el vínculo entre Erich y Marie se irá degradando, y Paul y Helga continuarán esta relación de desprecio y dominación. Rosy (Elga Sorbas) tendrá por dinero relaciones sexuales con Franz (Harry Baer), quien se jactará repetidas veces de contar con plata proveniente de su trabajo para poseer a Rosy. Y Gunda (Doris Mattes) será el permanente objeto de desdén de todos los hombres del grupo, a causa de su inocultable fealdad.
Aunque no se explicita del todo, Erich y Paul fantasean con el proyecto hacer trabajar a Marie y Helga, sus respectivas parejas, de prostitutas. Ambas se niegan terminantemente, lo cual incrementa la violencia del trato hacia ellas, sobre todo de parte de Erich hacia Marie.
Por su parte, Franz sigue contando desvergonzadamente cómo logra tener sexo con Rosy en la casa de ésta, lo cual excita la imaginación de los hombres del grupo. Y Paul mantiene una relación por dinero con un hombre llamado Klaus (Hannes Gromball) quien lo recibe en su departamento
Paralelamente, dentro de uno de los departamentos del vecindario, Elisabeth (Irm Hermann) y Peter (Peter Moland) desarrollan una terrible relación, alejados de los miembros del grupo, los cuales se mantienen casi siempre en el mismo lugar o acuden al bar donde se miran sin hacer nada o juegan a las cartas. Elisabeth humilla permanentemente a Peter, le enrostra no tener dinero por lo cual ella debe hacerse cargo íntegramente de todos los gastos.
Con la llegada de Yorgos, el griego (encarnado por el propio RWF) todo se modifica. Yorgos, quien busca un lugar donde hospedarse, se queda a vivir en la casa de Elisabeth que lo toma como inquilino y desata una catarata de comentarios maliciosos que vinculan a Elisabeth y al griego. Elisabeth atribuye estos comentarios a la envidia que las mujeres le han tenido desde que iban juntas al colegio y que ahora se pronuncia todavía más porque saben que tiene dinero. Para agravar todo, Peter, en una de las pocas ocasiones en que se lo ve en el mismo lugar donde se convoca el grupo, cuenta que Yorgos duerme desnudo, que él lo ha podido ver y está muy bien dotado. Esto deja consternados a quienes lo escuchan y a partir de ese momento el mecanismo de transmisión de informaciones funcionará a pleno. El tamaño del pene de Yorgos dispara la imaginación y los hombres y mujeres del grupo dan por confirmado no sólo que Elisabeth mantiene una relación sexual con el griego, sino que ésta es de una intensidad inusitada. Gunda, excitada con la idea de tener una relación sexual con este hombre dotado, se lo propone directamente a Yorgos, que la rechaza. Gunda de inmediato cuenta que el griego trató de violarla lo que es recibido por todos como la noticia de que efectivamente la violó, noticia a la cual cada uno suma un nuevo detalle. Así, a partir de este momento el griego aparece como un peligro. Peter se queja ante su mujer de que todos hablan de ellos dos y más tarde hasta llega a pegarle. Intenta mantener sexo por dinero con Rosy pero fracasa. Lo mismo le sucede a Paul, a quien Rosy le pide el dinero de inmediato y no acepta fiarle. Marie, por su parte, abandona a Erich, quien termina seduciendo a Helga, la mujer de Paul. Marie se enamora de Yorgos con quien comienza una relación bastante apasionada, lo cual termina por colmar la paciencia de los hombres del grupo. Todos tienen alguna razón para odiar al griego, hasta Franz, quien del hecho de que en Grecia haya comunistas deduce inmediatamente que Yorgos es comunista, lo cual es aceptado como una verdad revelada por el resto del grupo.
En una escena fantástica, Paul, Erich y Yorgos están sentados a una mesa del bar. Mientras los dos hablan pestes delante de él e imaginan diferentes tipos de castigo y tortura, Yorgos que no entiende alemán, levanta su vaso de cerveza hacia ellos en señal de brindis y amistad.
Rosy cuenta que un productor la ha llamado para trabajar en TV y Peter conoce a una mujer hermosa, rica, independiente y dueña de un auto lujoso. Sin embargo, no abandona a Elisabeth. En otro momento Erich le pregunta a Marie qué tiene el griego que él no tenga y Marie responde “eso me lo voy a guardar para mí”. La respuesta es más de lo que Erich puede soportar.
Sobre el final, Paul, Erich, Franz y Peter se abalanzan sobre Yorgos y lo muelen a golpes. Aunque esperan que luego del castigo Yorgos volverá a Grecia, Yorgos no se muestra dispuesto a abandonar el lugar. Elisabeth, en lugar de echarlo, planea tomar otro inquilino para lo cual proyecta reducir la habitación de Peter a la mitad. Helga ha quedado embarazada de Paul y ha abortado. Marie sueña con acompañar a Yorgos a Grecia y Erich anuncia que entrará en la marina.