22 de marzo de 2009

"Velas", de Konstantinos Kavafis



Los días del futuro están delante de nosotros
como una hilera de velas encendidas
-velas doradas, cálidas, y vivas.
Quedan atrás los días ya pasados,
una triste línea de velas apagadas;
las más cercanas aún despiden humo,
velas frías, derretidas, y dobladas.
No quiero verlas; sus formas me apenan,
y me apena recordar su luz primera.
Miro adelante mis velas encendidas.
No quiero volverme, para no verlas y temblar,
cuán rápido la línea oscura crece,
cuán rápido aumentan las velas apagadas.

CUADERNO BESTIARIO 10: Dos fábulas chinas con animales

Disputa entre la becada y la almeja

Una almeja estaba abriendo su concha para calentarse al sol cuando una becada le dio un picotazo.
La almeja atrapó con rapidez el pico del pájaro y lo retuvo con fuerza.
-Si no llueve hoy o mañana –dijo la becada-, habrá aquí una almeja muerta.
-Si no puedes darte el lujo de desprenderte hoy o mañana –dijo también la almeja- habrá aquí una becada muerta.
Como ninguna cedió un pescador que por ahí pasaba se llevó a las dos.



El zorro que se apoderó del poder del tigre

Andando de cacería el tigre cazó un zorro.
-A mí no puedes comerme –dijo el zorro- El emperador del Cielo me ha desginado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás cómo los otros animales huyen cuando me ven.
El tigre accedió a acompañarle; y en cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.

La imagen de hoy: "Desnudo femenino acostado con las piernas separadas", de Schiele

14 de marzo de 2009

CUADERNO INFANCIA 33


Un sábado a la noche en la casa de la calle Emilio Lamarca. Papá y mamá ya han salido y como casi todos los sábados la casa se convierte en punto de reunión antes de la salida de mis hermanos. Esa noche han venido mis primos Mario y el gordo Chiche. Luego de algunos momentos de convivencia pacífica, por algún motivo se origina de pronto una discusión entre los dos y de las palabras pasan inmediatamente a las manos. Fiesta: piñas entre Mario y el gordo Chiche. Carlos y Roberto no ocultan de qué manera toda esta situación los divierte, corren la mesa del comedor para que puedan pelear más cómodos. Mis dos primos se pegan. En algún momento Mario le grita furioso a Chiche “mirá lo que me hiciste en la mano hijo de puta”. Yo, desde mi breve estatura, los veo como dos gigantes, Chiche con sus movimientos torpes, Mario con su cautelosa agilidad. Y me parece extraordinario que se estén pegando ahí, en mi propia casa, en el comedor diario. De pronto alguien sugiere que lo mejor es que vayan al patio. Todos suben la escalera y por supuesto yo los sigo. En ningún momento alguien me dice “andá Héctor, vos mejor quedate acá, mejor no subas, mejor no mires” o algo por el estilo. Todos estamos convencidos de que es un espectáculo que nadie debe perderse. Antes que la pelea continúe puedo ver cómo mi hermano Roberto se ríe a carcajadas. Ya en el patio, los amagues siguen unos segundos más pero poco a poco la furia se debilita, la pelea se estanca, se desvanece. Muchos años después le recuerdo a Mario este momento y él me contesta con tono preocupado: “Uy, no, menos mal que esa pelea no siguió... Sabés lo que era pelearse con el gordo?”