2 de octubre de 2011

La imagen de hoy: "Escena suburbana", de Dix

CUADERNO INFANCIA 59


Yo tengo unos diez años, es de mañana y por alguna razón yo estoy en el patio de la planta baja del colegio Maimónides. Cursé cuarto, quinto y sexto en el segundo piso, pero justo en ese momento estoy en el patio de la planta baja. De pronto se produce algún tipo de conmoción que yo puedo adivinar a través del movimiento brusco de los pocos adultos que nos rodean, algunos maestros y quizá la misma directora. A pesar de que estamos en el recreo, dan unas palmadas, lo dan por terminado y nos ordenan que volvamos a las aulas. Probablemente me meto en un aula que no es la mía, junto con otros compañeros. En pocos segundos el patio se vacía por completo y nosotros quedamos pegados a los vidrios de la ventana esperando algún espectáculo impresionante que justifique la interrupción brusca del recreo. Todos presentimos que si no nos movemos de la ventana vamos a asistir a alguna escena atroz que no nos queremos perder. En menos de un minuto vemos pasar a través del patio a dos o tres hombres vestidos de blanco que vienen desde la calle y se dirigen hacia el fondo del colegio. Luego de un lapso muy breve los mismos hombres atraviesan el patio hacia la calle portando una camilla en la que se encuentra acostado Recalde, el portero. Durante los días que siguen no tenemos ninguna información acerca de su salud. Incluso llegamos al viernes sin la menor noticia. El sábado a la mañana me despierto algo sobresaltado porque acabo de soñar con la muerte de Recalde, pero no tengo la oportunidad de comentar mi sueño con nadie. Cuando el lunes a la mañana llego al colegio, nos hacen formar como siempre antes de comenzar la clase. Sin embargo, cuando advertimos que la directora se prepara para dar un pequeño discurso adivinamos lo peor. La directora nos comunica brevemente que Recalde, el portero, falleció el sábado a las 9 de la mañana.