9 de abril de 2009

Cine. Bafici 2009. Cuatro películas de Eustache



Du coté de Robinson
Dos amigos se encuentran en un bar y discuten sobre el mejor lugar para ir a divertirse, es decir encontrar una zona en la que puedan levantar mujeres. Salen del bar, atraviesan muchos parajes de París a pie (el más alto de los dos ha dejado la moto estacionada) y en una calle bastante solitaria ven a una mujer. El más alto se le acerca, le habla, la mujer le contesta, le cuenta que va a bailar, que se tiene que encontrar en un salón de baile con una amiga, que es casada, que hasta hace poco ha trabajado en una imprenta, que se ha separado de su marido aunque todavía no se ha desprendido del anillo de bodas. Él la invita a tomar algo con ellos, la mujer acepta, se sientan en un bar. Todo el film es un deambular de los dos jóvenes por París, de bar en bar, esperando encontrar algo que los sorprenda. Mientras el más bajo, Jackson, charla con un amigo que acaba de encontrar, el más alto no deja de hacerle preguntas a la mujer y así logra enterarse que ésta tiene dos hijos. Jackson vuelve, el trío se recompone, ella vuelve a expresar su deseo de bailar por lo cual abandonan el bar y llegan por fin a un salón de baile, aunque los asistentes son mucho mayores que los dos protagonistas. Se sientan los tres y casi inmediatamente un hombre la invita a bailar a la mujer, que acepta. Entonces el más alto le miente, le dice que ella ha manifestado su interés en el propio Jackson. Este se entusiasma, afirma que le hará el verso. Pero su compañero le sugiere que lo mejor es ser directo. En este diálogo se desarrolla el núcleo temático del film: el gran tema consiste en cómo abordar a una mujer, qué decirle, cómo conquistarla, utilizar un método sutil o uno más brutal. Y como fondo de estas cuestiones permanece siempre la idea del fracaso, la certeza de que todo es difícil o imposible, de que se use una u otra estrategia entre muchas, la mujer nunca va a poder ser conquistada, de que en realidad la posibilidad de que una mujer se digne reparar en nosotros depende mucho más del azar que de las acciones que desarrollemos para conseguirla. La torpeza que muestran los dos protagonistas con respecto a ella no hacen más que abonar la sensación de impotencia. A pesar de que la mujer se ha quejado del hombre que la saca a bailar, acepta cada nuevo convite que éste le hace. Y rechaza la invitación del más alto, lo que les provoca a los dos una seria consternación. Deciden convertir su propia impotencia en venganza. Le roban la billetera de la cartera que ella ha dejado en la mesa y se fugan corriendo varias cuadras hasta donde han dejado la moto. Con el dinero que encuentran se sientan en un bar y revisan la billetera con detenimiento. Encuentran fotos de dos hombres, de lo cual deducen que uno es un amante y otro el marido, encuentran fotos de sus hijos (el único momento sensible de la película, en el que ellos muestran algo así como la sombra de un arrepentimiento). El film termina en la escena siguiente: Jackson ha limpiado las huellas digitales y se dispone a enviarle la billetera a la mujer a su domicilio, usando como remitente una dirección encontrada que ellos suponen es de un amante. Se disponen a salir para comenzar nuevamente su deambular en busca de aventuras.


Le Pere Noël a les yeux bleus
Como en Du Coté de Robinson, Eustache sigue el deambular de un joven, en este caso encarnado por el extraordinario Jean Pierre Leaud. Ya en el inicio, el protagonista narra, en off, que hacia fin de año ha decidido comprarse un nuevo abrigo, lo cual se le torna bien difícil ya que no tiene ningún trabajo estable. Y si conseguir empleo se le hace complicado, conquistar una mujer se le presenta como una tarea agotadora. Y aquí nos metemos en el núcleo de la temática de Eustache, la imposibilidad de abordar una mujer, encontrar la estrategia adecuada para conquistarla. La mujer se presenta como un enigma cuya resolución es impracticable. El protagonista no sabe qué debe decirles, cómo hacer para lograr su atención. Y descubre que para levantar mujeres la compañía de algunos amigos es más útil que otras.
Desea una mujer joven que todas las noches se sienta en un banco de la estación, donde él no para de caminar sin atreverse a una comunicación franca. Esta misma mujer resulta ser la novia de un boxeador retirado, quien intuye el interés de Leaud, y lo amenaza de manera brutal. Astutamente Leaud le replica que jamás se fijaría en una mujer que sabe es su novia. En otro momento del film, Leaud, que junto a otro compañero de levante ha logrado convocar la atención de dos chicas, le insiste a una de ellas para que se quede con él un rato más sin lograr convencerla de que estar con él vale la pena. La chica insiste en irse, él habla, trata de retenerla sin ningún éxito.
Luego de probar algún trabajo, como el del cartonero de un bingo, donde en complicidad con otros compañeros usa el pase de cartones para robarse algunos francos, es contratado por un fotógrafo para posar como Papá Noel en las fotos de los días cercanos a Navidad. Como vive en la calle y conoce el nombre de casi todas las mujeres que pasan, disfrazado con barba y traje rojo, se atreve a llamarlas para que se saquen fotos. Prácticamente sin excepción, al escuchar su nombre, cada mujer se detiene y es retratada por el fotógrafo junto a este flaco Papá Noel. Y aquí se encuentra la médula del relato, su verdadero sentido: lo que el protagonista no se atreve a hacer con una mujer cuando está vestido con su ropa cotidiana lo hace sin ningún escrúpulo vestido con el disfraz. Las toca, las abraza, las manosea atrás y adelante. Curiosamente ninguna de las mujeres pone reparos a los avances de este Papá Noel. Incluso logra una cita con una joven que, evidentemente atraída por este hombre disfrazado que la llama por su nombre, acude a un encuentro con él luego del horario de trabajo. Aunque la mujer –según su propia confesión- no le parece para nada atractiva, Leaud no se priva de ir. Ella no disimula su decepción al advertir que se trata de él. El la arrincona, la toca y la besa torpe y sostenidamente, ella disgustada lo deja y se va.
Finalmente, luego de deambular siempre un poco más, el protagonista junta el dinero necesario para el abrigo. En uno de los últimos planos aparece ya con el abrigo nuevo. Uno de sus amigos, el primero que aparece en la película, le dice que no vale la pena ya que pronto pasará de moda. Leaud no se inquieta, lo invita a pasar la Navidad con él.



Le Cochon
Le Cochon (el cerdo) es un documental de cincuenta minutos de duración que tiene como protagonistas a tres o cuatro hombres rústicos de un pueblo del interior de Francia. En la primera toma vemos al cerdo sobre el cual va tratar el desarrollo entero de la película. El cerdo está encerrado en un compartimento del corral, sobre una enorme cantidad de paja. La toma en picado del animal anticipa de alguna manera cuál va a ser su destino. Poco después los hombres entran, lo sacan del corral al aire libre con dificultad, mientras el cerdo no cesa de gritar. Luego lo depositan en una estrecha plataforma de cemento que pareciera especialmente preparada para la ceremonia que va a venir. Atan al chancho por las patas y, lo que es más impresionante, también por la boca con gran rudeza, pese a lo cual el animal no deja de gritar. La violencia de su respiración se transmite a todo el cuerpo. Cuando ya todo está preparado, uno de los tres campesinos, sin quitarse el cigarrillo de la boca (los tres mantendrán durante todo el film un cigarrillo en la boca), clava en un gesto casi indiferente un cuchillo filoso en el cuello del chancho. La sangre que brota con vigor es recogida en una vasija y es removida todo el tiempo con una varilla. El animal no dejará de moverse incluso cuando queda en claro que la sangre se le ha agotado. Una vez que ha muerto, el chancho es trasladado a una lona ubicada sobre el suelo. Allí se le despoja de todos los pelos con agua hirviente, se le corta la cabeza (que es colgada de un gancho sobre una pared como un objeto más), se le sacan los jamones, se lo abre, se lo destripa. Cada una de las tripas es vaciada, limpiada, y podemos advertir que ni una sola parte de ese cuerpo va a ser desperdiciada. Lo extraordinario del film es su materialidad: materialidad del animal y sus partes, de cada uno de los objetos utilizados, del vestuario de los trabajadores, del vínculo que establecen entre ellos. También de los productos que van fabricando a partir de los materiales extraídos, en el primer piso de la casa, al cual se accede por la escalera externa que la cámara toma una y otra vez. Ante la vista del espectador diferentes partes de las tripas del chancho son metidas en la picadora de carne y recogidas en la piel vacía de la tripa para fabricar enormes y gruesas salchichas que luego son divididas, a ojo pero con gran precisión, en partes iguales. Cuando la película se acerca a su fin, la cámara muestra lo que ha quedado del cerdo: afuera, un cuero enorme casi totalmente despojado. Mientras tanto, arriba, dentro de la casa y como parte de la ceremonia, los campesinos rodeados de sus familiares sirven vino y beben en lo que parece ser ni más ni menos que un canto a la vida.


Une sale histoire
La película está dividida en dos partes: en la primera el actor X interpreta un largo monólogo, apenas interrumpido por algunas preguntas de quienes lo rodean y a quienes está dedicado. La segunda parte es una réplica de la primera: el mismo monólogo es interpretado por alguien que no es actor sino el autor de la historia sobre la cual está construido el guión. Las mismas preguntas interrumpen este discurso, formuladas por otros actores, que ahora se apoyan en otras intenciones e intensidades.
La historia es extraordinaria. Un bar donde hay un baño para mujeres las cuales pueden ser espiadas desde otro lugar a través de un determinado agujero construido para este fin. Como dirá el relator, este agujero es una especie de milagro arquitectónico, alrededor del cual se construyó el baño, y el bar entero. Para espiar hay que acceder por escaleras al piso de arriba y ubicar el cuerpo de una determinada manera, al ras del piso. Entonces se puede la desnudez de las mujeres que acuden al baño sucesivamente. Y así uno se topa con sexos de mujeres muy bellos y sexos repugnantes. Y curiosamente, gran parte de las veces los sexos muy bellos pertenecen a mujeres que no lo son. Y sexos muy desagradables corresponden a mujeres que uno consideraría bellísimas. Todo el discurso versa sobre la importancia fundamental que tiene el sentido de la vista para el hombre en lo concerniente al imaginario erótico. De hecho, el mismo narrador cuenta que los hombres siempre se interesaron por esta experiencia mientras a las mujeres siempre les ha resultado insoportable. Y lo paradójico es que todo este relato sobre la importancia de la vista se sostiene desde el mismo discurso interpretado por dos personas diferentes. Hay una frase que se presenta como el núcleo de significado de la película: “el sexo es el espejo del alma”. Por lo cual lo sexual se presenta como algo difícilmente inteligible, algo alrededor de lo cual uno puede girar y girar, sin atrapar nunca su último sentido. El sexo como una cuestión metafísica que nos determina mucho más de lo que estamos dispuestos a advertir o reconocer. De hecho, el narrador cuenta que toda esa experiencia de observar mujeres desnudas acababa en sí misma, a un punto que difícilmente él hubiese intentado mantener un contacto con alguna de las mujeres que terminaba de espiar. En este sentido, y en consonancia con otros films de Eustache, la naturaleza femenina aparece como algo incomprensible, inabarcable, insondable, inaccesible: todo el film trata sobre la mujer a distancia, desnuda, sí, ignorante de que está siendo observada, pero a una distancia insalvable del observador.


Héctor Levy-Daniel

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