EL HOMBRE DE JUNIO: no va a parar más esta lluvia tengo frío en la cara en los huesos y ella que no aparece justo ayer habíamos discutido y ella no aparece necesito saber que está viva necesito saber que todavía está viva no puedo pensar que ella ya no está que me dejó que no me pude despedir que ella me quiso hablar en el desayuno y yo no la miré ella quería reconciliarse y yo me hice el que no me daba cuenta y los chicos que la esperan en casa ni quiero pensar en eso qué estupidez qué significa ahora la pelea qué pobre qué mezquina cuando seguramente ella está debajo de esos escombros probablemente con dificultades para respirar no puedo dejar de pensar en el día que nos conocimos yo iba a la facultad y estaba apurado porque llegaba tarde a la clase y cuando iba a tomarme el tranvía vi que dos hombres perseguían a una chica rubia y le decían groserías entonces yo tenía unos veinte años yo me olvidé de la facultad y empecé a perseguir a los dos hombres la chica se daba vuelta yo era flaco y nunca me había agarrado a trompadas pero bueno quizá en ese momento me puse a pensar que ya era hora de probarme y esa mujer valía la pena y por un lado yo tenía miedo pero por otro me decía que tenía que intervenir pronto porque a lo mejor los tipos se cansaban de insultarla y nadie les decía nada y además pero esto yo lo pensaba secretamente porque era la única oportunidad de hablar con esa chica y todo esto que yo lo digo tan tranquilamente ahora en ese momento yo lo pensaba con tal velocidad que la respiración se me cortaba entonces de pronto me oí dar un grito tan fuerte que los dos tipos se pararon y la chica también pero nada más que un segundo después la chica siguió caminando y entonces les pregunté si no tenían nada que hacer más que molestar a mujeres que andan solas y entonces uno de los dos que tenía un bigote ralo y una cicatriz en la frente y era el más grandote aunque no más grandote que yo este tipo digo sin ningún tipo de aviso me tiró una trompada yo alcancé a correrme pero sólo un poco y me dio en el pómulo me rozó yo diría pero igual pude ver como una cantidad de estrellas que se me venían por el lado del ojo izquierdo inmediatamente me cubrí como un boxeador hasta que las estrellitas terminaran de pasar y mientras tanto el tipo descargó sobre mí una lluvia de trompadas pero ninguna me llegó a alcanzar en plena cara me acuerdo de que mientras me pegaba yo pensaba en la facultad en la clase a la que estaba llegando tarde en el tranvía en la chica con su sombrerito azul hay olor a pólvora y a quemado y entonces yo dí dos pasos para atrás y me puse en guardia aunque nunca me había agarrado a piñas era fanático del boxeo y me gustaba verlo a Pascualito Pérez y entonces imité la posición de los brazos de los boxeadores y me dió resultado porque el grandote me seguía tirando piñas mientras el otro me quería agarrar de atrás entonces lo primero que hice fue pegarle al otro que era más bajito y más débil y tenía razón porque en la primera piña que le puse el flaquito cayó al suelo y tardó bastante en levantarse ahora estábamos el grandote de la cicatriz y yo nadie más y ahora me doy cuenta de que el grandote estaba bastante impresionado con lo que le había hecho al flaquito y yo algo debo haber intuido porque entonces me abalancé sobre él y empecé a embocarle piña tras piña y al grandote empezó a escapársele por la nariz un chorro de sangre que le ensució toda la camisa y la solapa del traje los dos nos peléabamos con el traje puesto porque ni tiempo habíamos tenido de sacárnoslo el flaquito se levantó pero esta vez no se me acercaba y el grandote terminó la pelea de una manera rara se fue separando de a poco como si estuviera distraído en otra cosa y ella a lo mejor no respira más y los chicos que la esperan en casa y yo no les quise decir qué era lo que había pasado el grandote se fue para atrás y para atrás y yo los veía irse me dolía un poco el pómulo izquierdo y tenía también la camisa manchada con la sangre del grandote y entonces me senté y me quedé sentado en el umbral de la casa delante de la cual nos habíamos peleado una señora vieja que había visto todo salió de la casa y me ofreció un vaso de agua yo se lo acepté y la vieja volvió con una jarra enorme y un vaso mientras yo me servía un vaso tras otro la vieja me palmeaba la espalda y me decía “valiente” “muchacho valiente” y me sonreía con unos ojos verdes llenos de luz estuve en realidad más de cinco minutos habré estado diez o quince y había perdido la clase en la facultad así no podía ir a ningún lado más que a mi casa me dolía todo el cuerpo y mucho las manos nunca me imaginé que pegar duele entonces me levanté y empecé a caminar para tomarme el tranvía de vuelta a casa después de caminar dos cuadras o tres sentí que alguien me decía tímidamente “señor” era una voz muy suave muy débil y me pareció una voz triste yo me di vuelta y me encontré con una chica rubia la más hermosa de las chicas del mundo que me miraba sin saber si debía reírse o llorar me preguntó si estaba bien y se lamentó del estado de mi camisa le aclaré que la sangre no era mía ella entonces se animó a dar un pequeño discurso en el cual decía que me agradecía mucho que yo hubiera salido a defenderla y que lamentaba que yo me hubiera puesto en semejante trance por su culpa yo estaba feliz porque estaba viviendo una situación que tantas veces había visto en las películas lo único que faltaba era que la invitara a tomar un café y la volviera a ver y todo saldría redondísimo eso hice la invité a tomar una bebida por ahí y ella me agradeció pero me dijo que debía estar dentro de diez minutos a unas treinta cuadras de allí y no debía llegar tarde me ofrecí a acompañarla y con una sonrisa me dijo que eso era imposible le pedí que me diera su teléfono o su dirección porque yo quería volver a verla y ella se negó rotundamente me aclaró que tenía novio le pregunté si pensaba casarse y aunque primero me contestó que no era asunto mío después me dijo que sí aunque todavía no habían hablado del tema yo me despedí de ella y sentí sobre mis hombros todo el peso del derrumbe cada uno se fue en una dirección de pronto saqué un lápiz y un papel del bolsillo interno de mi saco anoté un número y corrí hacia ella que se dió vuelta sorprendida de que yo volviera a hablarle le tomé las manos y coloqué en ellas el papel mientras le aclaraba que era mi número de teléfono y que si en algún momento tenía ganas que me llamara llamó después de cuatro meses me dijo por teléfono que la perdonara que estaba muy abochornada por llamarme y bueno que me llamaba para ver cómo estaba yo iba a preguntarle por el novio pero decidí callarme y tratar de encontrar un momento más oportuno nos encontramos en un bar y lo primero que ella me dijo era que tenía miedo de que yo no fuera tal como ella me recordara yo le pregunté si su miedo se había cumplido y ella me dijo que no hablamos de su casamiento y ella sólo comentó que por ahora no se iba a casar yo quise saber que quería decir por ahora y ella cambió de tema finalmente me dijo que su novio le parecía pero no terminó la frase y me pidió por favor que no le preguntara nada más nos encontramos tres veces más en la tercera nos besamos apasionadamente nunca había besado a una mujer de esa manera nunca había querido tanto a una mujer mientras la besaba era una mezcla difícil de ternura y otra cosa yo coloqué una de mis manos en uno de sus senos y ella no me detuvo y después bajé mis manos a su trasero y ella tampoco me detuvo sólo dudó un poco cuando le acaricié suavemente el pubis entonces se detuvo me miró sin ninguna intención de reproche y esbozó una sonrisa muy leve a los seis meses nos casamos yo alternaba mi trabajo en la oficina con la facultad y ella se quedaba en casa cuando a mí me faltaban cuatro o cinco materias para recibirme Emma quedó embarazada con los mellizos durante años nunca me animé a preguntárselo tenía toda la impresión de que no pero uno nunca lo sabe a menos que la mujer lo confiese sin trabas y eso nunca pasa es decir si la mujer realmente no hizo nada va a decir la verdad pero si uno no fue el primero eso no lo va a escuchar nunca de la boca de ella pero ella una mañana de domingo me lo dijo todavía no habían nacido nuestros hijos yo le sugerí algo sobre el tema habíamos tenido una noche muy hermosa y yo le comenté que después que ella se quedó dormida yo me puse a imaginar que ella hacía el amor con otro hombre que no fuera yo sin ningún tipo de preámbulos ella me dijo que sí lo había hecho con Carlos el novio al cual había dejado para casarse conmigo yo sentí que toda la sangre del cuerpo me pesaba en los pies y ella me miró seria y me dijo y qué te sorprendés después de todo yo hacía cuatro años que estaba de novio con él y además ya teníamos fecha de casamiento y todo cuando te apareciste vos no ibas a querer que me guardara para vos si yo no te conocía ni siquiera de vista era un argumento que yo no podía contradecir de ninguna manera le pregunté por qué nunca me lo había dicho y entonces ella me contestó que era la primera vez que hablábamos del tema desde que nos conocimos es decir ella también sabía que nunca yo me había animado a preguntarle también me dijo que siempre esperó que yo se lo preguntara porque de ella así nomás la cosa no iba a salir todo ese domingo ella estuvo más contenta que de costumbre ella era una persona muy alegre y no sé por qué digo “era” yo sé que ella todavía está viva pero ese domingo estuvo feliz y aunque yo debí haberme preocupado al contrario me puse contento de verla a ella porque ella realmente me quería me quiere y estaba preocupada porque alguna vez ese momento lo iba a tener que enfrentar y vaya uno a saber las fantasías que se habría hecho de cómo iba a reaccionar yo por ahí hasta se imaginó que yo la iba a abandonar pero cómo la iba a abandonar a ella que se había jugado por mí de esa manera porque después me enteré que ella se había tenido que enfrentar a los padres de una manera brutal primero para decirles que no se iba a casar con Carlos y después para decirles que se iba a casar conmigo un futuro ingeniero que hasta ese momento de ingeniero no tenía nada y apenas se podía sostener él solo con el sueldo en una oficina pública ella me quiere como cualquiera desearía que lo quieran y a mí eso me llena de ternura y a veces pienso que soy capaz de perdonarle cualquier cosa porque ella es más mi vida siempre les agradezco a esos dos imbéciles que se cruzaron conmigo en el momento justo
La pieza “La postergación” de Héctor Levy-Daniel fue seleccionada en el Concurso para el Ciclo de teatro leído organizado por Argentores y estrenada en octubre de 2003 bajo la dirección de Jorge Hacker en el teatro El Camarín de las Musas.
Aunque este monólogo sirvió para la construcción de uno de los personajes de la obra, no forma parte de la misma.
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