6 de junio de 2008

Cine. Reseña intempestiva. Bienvenidas al paraíso. (Vers le sud) de Laurent Cantet

Brenda, una mujer de cuarenta y ocho años, viaja a Haití para intentar reencontrarse con Legba, un joven negro al que ha conocido tres años antes en la misma playa cuando visitó por primera vez a Haití en compañía de su esposo. En una de las primeras escenas Brenda le habla a la cámara y cuenta cómo conoció a Legba, un joven de quince años al que ella y su marido se dedicaron a cuidar y a alimentar en su primera visita. Brenda cuenta que un día que fueron a nadar, ella tuvo relaciones con él y tuvo entonces su primer orgasmo, a los cuarenta y cinco años. Ahora, sin su marido, completamente sola ha retornado a Haití para reencontrarse con el joven negro. Pero para eso deberá sortear los obstáculos que representa Helen, una profesora de Boston, que viene todos los veranos desde hace seis años para requerir los servicios de diferentes sementales negros, pero también -y sobre todo- de Legba. Helen se ríe de las veleidades románticas de Brenda, que no oculta su enamoramiento. Sin embargo, Helen no está menos enamorada, aunque lo disimula detrás de su actitud cínica, despectiva, dura, autoritaria. Un tercer personaje, una mujer que se mantiene a igual distancia de ambas, expone de alguna manera la clave de la película: afirma que en Haití se permite experiencias que no tendría en la ciudad donde vive y trabaja. De este modo, Haití se presenta para ellas como el paraíso en el que pueden cumplir sus fantasías sexuales, fantasías que nunca se atreverían a concretar si se dieran allí donde tienen sus hogares. Por esa razón el personaje de Helen, encarnado por Charlotte Rampling, le recrimina a Brenda haberle comprado a Legba una camisa que lo hace parecerse a un negro de Harlem. Legba le pregunta si no le gustan los negros de Harlem y Helen lo admite: no le gustan. Los negros de Harlem están fuera de contexto para Helen y jamás soñaría con tener alguno en su cama. La estrategia de Brenda, afectuosa y amable, parece surtir mucho más efecto sobre Legba que la de Helen, la cual disimula mal su desesperación. Toda esta nube fantasiosa en la que viven estas mujeres se disipa cuando Legba es asesinado por razones oscuras, confusas, como gran parte de la población de Haití que es aniquilada sin saber por qué. Con este crimen queda en evidencia un contraste de evidente significación política: lo que significa el paraíso para estas mujeres occidentales, es un verdadero infierno para la población haitiana, condenada a vivir bajo un sistema que masacra a sus ciudadanos sin dar demasiadas explicaciones. Estas mujeres vienen a buscar diversión justo allí donde se cometen las mayores injusticias, lo cual podría presentarse como una metáfora de la incomprensión que permanentemente ha mostrado Europa respecto del Tercer Mundo. Y no solo incomprensión sino también displicencia, suficiencia, sentimiento de superioridad. Cuando de alguna manera Helen toma conciencia de esto decide volver a Boston. En cambio, Brenda, que la noche de la muerte de Legba ha logrado salir de la depresión acostándose con otro negro haitiano, decide que no va a volver a Europa sino que va a quedarse “en el sur” para recorrer diferentes islas americanas de nombres bonitos, Cuba, Martinica, etc.
El título en francés, “hacia el sur” (que habla sobre todo del recorrido de la protagonista, Brenda, a quien dedica el director algunos de las primeras tomas del film) me parece que habla perfectamente de este contraste entre los habitantes de dos mundos que, más allá de la voluntad de algunos intelectuales, no logran comprenderse.

No hay comentarios.: