7 de abril de 2009

Cuatro fábulas chinas

La sospecha
Un hombre perdió su hacha; y sospechó del hijo de su vecino. Espió la manera de caminar del muchacho –exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven –como la de un ladrón. Tuvo en cuenta su forma de hablar –igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable de hurto.
Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de los de un ladrón.


El hombre que no vio a nadie
Había una vez un hombre en el Reino de Chi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió elegantemente y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.
El oficial que lo llevó preso le preguntó:
-¿Por qué robó el oro de tanta gente?
- Cuando tomé el oro –contestó-, no vi a nadie. No vi más que el oro.


El muro desmoronado
Había una vez un hombre rico en el Reino de Sung.
Después de un aguacero, el muro de su casa comenzó a desmoronarse.
-Si no se repara ese muro, -le dijo su hijo- , por ahí va a entrar un ladrón.
Un viejo vecino le hizo la misma advertencia.
Aquella misma noche le robaron una gran suma de dinero.
Entonces el hombre rico elogió la inteligencia de su hijo; pero desconfió de su viejo vecino.

La parábola del estudio
Ya tengo setenta años –dijo el duque Ping de Dsin a su músico ciego, Shi Kuang-. Aunque quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
-¿Por qué no enciende la vela? –sugirió Shi Kuang.
-¿Cómo se atreve un súbdito a bromear con su señor? –exclamó el duque enojado.
-Yo, un músico ciego no me atrevería –protestó Shi Kuang-. Pero he oído decir que si un hombre es estudioso en su juventud, su futuro será brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en la edad media, es como el sol del mediodía; mientras que si comienza a estudiar de viejo, es como la llama de la vela. Aunque la vela no es muy brillante, por lo menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad.
El duque estuvo de acuerdo.

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